La pandemia del nuevo coronavirus originada en China ha desnudado las carencias de la civilización occidental y judeo cristiana y ha confirmado, una vez más, ser el origen de los profundos desequilibrios sociales, económicos y ecológicos en la Tierra. El individualismo, eje primordial de la estructura ideológica que la sostiene, y su objetivación de la naturaleza, se hallan en los fundamentos de esta formación social y económica que ahora vive su periodo final de dominio. La visible decadencia de esta forma de organización humana debe ser reemplazada, las formas de esa futura realidad están por definirse. Se vislumbran algunas alternativas regionales. Los andinos de Bolivia, Ecuador y Perú, tienen en sus manos una herencia de pensamiento de milenaria existencia que debe ser usada en este largo proceso. La recreación de antiguas ideas y pensamientos es una tarea fundamental en la hora actual. Las líneas siguientes se ocupan del análisis de estas preocupaciones.
Viejos y decadentes paradigmas
Las sociedades se organizan en torno a pensamientos totalizadores, ideas fuerza, mandamientos, que nos proporcionan orientación sobre los orígenes, sentido y destino de las sociedades. Lo que pasa desapercibido es que, detrás de las organizadas formas de entender nuestras vidas se encuentra filosofía; estructuras de pensamiento que además de construir y sostener civilizaciones, integran sociedades y penetran los espacios de interpretación de nosotros mismos y del sentido de nuestra existencia en espacios privados y colectivos.
¿Cómo accede el común de las personas a las ideas filosóficas si ellas no han estado nunca al alcance del común de los humanos? Resulta muy complicado que un feligrés promedio fatigue los textos de los grandes pensadores antes de poner un pie en la acera por las mañanas. Para mediar entre los altos pensamientos y el diario quehacer se encuentran la pléyade de divulgadores, administradores y comunicadores. Están extendidos por todos los confines sociales y son a veces invisibles y, con frecuencia, sutiles e imperceptibles.
Se trata de núcleos familiares, sistemas educativos, medios de comunicación, líderes de cultos religiosos, textos, arte, literatura, etc. Son ellos proveedores de ideas, nosotros los consumidores. No son grandes eruditos ni tampoco dominan la totalidad del pensamiento fuente y sus relaciones con la gran variedad de corrientes filosóficas desarrolladas, pero se apoyan en la gran homogeneidad que poseen en su base los principios filosóficos que sostienen las civilizaciones. Cumplen con eficiencia la tarea de entregarnos la versión sencilla, digerida y eficaz de dogmas elaborados por remotos pensadores. El éxito y eficacia que consiguen se mide por el grado de profundidad e influencia que logran en moldurar la mente y la imaginación de las mayorías sin necesidad de entregarles el íntegro del pensamiento totalizador. Son eficaces en verdad, a juzgar por las pocas variaciones que se observa en la uniformidad gris que luce el pensamiento de millares de pupilos egresados de las maquinarias de educación e instrucción.
Los divulgadores son eficientes en la difusión de ideas como exitosos en la distancia que interponen entre los básicos principios y el pensamiento sencillo que dispersan. Donde Enmanuel Kant dice : El hombre no es un medio sino fin de todas nuestras acciones pero todo lo demás, en suma la naturaleza, es medio para la acción del hombre, el mediador señala: es un fin legítimo desecar las cabeceras de cuencas y destruir las lagunas de altura que sean necesarias para abrir minería de tajo abierto porque se trata del bienestar de las mayorías nacionales. Donde el mismo Kant señala: Dame la materia y voy a construir un mundo fuera de él, el administrador indica: la naturaleza es algo externo a nosotros los humanos, existe para explotarla como recurso inagotable y porque no es parte de nuestra humanidad, es un objeto distante y extraño a nuestro ser. Cuando la escuela enseña que la satisfacción de los apetitos personales superan los derechos colectivos es porque, antes, Martín Heidegger ha pontificado : Trascendencia constituye individualidad. Él mismo subraya esta idea mencionando: El cuerpo humano es algo esencialmente distinto a un organismo animal, y los medios de comunicación replican: es necesaria la depredación y extinción de las especies porque beneficia el desarrollo económico y facilita la ocupación de territorios propiedad de la especie humana. Cuando Karl Popper perorata: Hay que estar contra lo ya pensado, contra la tradición, de la que no se puede prescindir, pero en la que no se puede confiar, los trasmisores del conocimiento traducen: el objetivo es rechazar toda vinculación con experiencias del pasado y tradiciones; nuestro tiempo es infinito y lo que interesa no es lo ejecutado en el pasado, sino lo que haremos mañana. Sabemos el efecto de esta premisa en el descuido del pasado y presente de la naturaleza. En la civilización andina esta idea habría ido en contra de todo el ordenamiento social. No hay manera de cuidar la naturaleza sino es principalmente en el pasado.
Marxismo y otros pensamientos
Contra lo que aún se considera, el pensamiento marxista no es antagónico con los fundamentos civilizatorios de los que procede, se inserta a plenitud en los tradicionales vectores instaurados por la civilización occidental y cristiana. Veamos lo que opina Carlos Marx cuando se refiere a un tema de humanidad y cultura. En carta a Pável Annenkov le señala: La esclavitud directa es un pivote de nuestro industrialismo actual, lo mismo que las máquinas, el crédito, etc. Sin la esclavitud, no habría algodón, y sin algodón, no habría industria moderna. Es la esclavitud lo que ha dado valor a las colonias, son las colonias lo que ha creado el comercio mundial, y el comercio mundial es la condición necesaria de la gran industria mecanizada. Así, antes de la trata de negros, las colonias no daban al mundo viejo más que unos pocos productos y no cambiaron visiblemente la faz de la tierra. La esclavitud, es, por tanto, una categoría económica de la más alta importancia. Sin la esclavitud, Norteamérica, el país más desarrollado, se transformaría en país patriarcal. Si se borra a Norteamérica del mapa del mundo, tendremos la anarquía, la decadencia absoluta del comercio y de la civilización modernas. Pero hacer desaparecer la esclavitud equivaldría a borrar a Norteamérica del mapa del mundo. La esclavitud es una categoría económica y por eso se observa en cada nación desde que el mundo es mundo. Conceptos de este tipo están estrechamente vinculados al pensamiento instrumental y racional dominante. Como vemos en este puntual y expresivo ejemplo, tampoco en el campo materialista y dialéctico existe pausa en la explotación de la naturaleza y del recurso humano; se asimila el desarrollismo sin fin y a la elevación de las condiciones materiales sostenidas por el capitalismo. En nuestro medio, J. C. Mariátegui, bebió de esta fuente y calificó al indio como un problema por que no se situaba en la orbita cultural y productiva del pensamiento occidental. Profesó ideas semejantes en una serie de aspectos que han sido estudiados en otras páginas. (1)
El marxismo no tiene diferencias con el capitalismo en su concepción básica del ser humano ni de la naturaleza. La doctrina, premunida de ficticia dictadura proletaria, se unió con bríos y determinación a los planes quinquenales, a las purgas y a zafras imposibles, en aras de llegar más pronto y mejor a ratios más altos del estajonivismo compitiendo con el taylorismo que hacia su trabajo en el otro ámbito. Ambas concepciones educadas en la vieja doctrina del pensador británico Francis Bacon que afirmaba: La naturaleza no era una madre sino una hembra a quien la agresiva inteligencia masculina debía de someter. Es una de las razones por las que el marxismo no ha logrado responder a los retos que la acuciante e insobornable realidad humana plantea. Lo que queda de esta corriente política en el Perú son pequeños reductos que abrevan de la agonía teórica que resta, carente de toda capacidad transformadora.
Tampoco las ideas que surgen de las religiones, que han logrado representación política organizada, poseen capacidad ni representatividad suficiente para erigirse como conductores hegemonizantes. En los reductos de la militancia ecológica tampoco se observa capacidad y suficiencia para diseñar imágenes sociales que sobrepasen el esfuerzo de impedir el cambio climático, la caza de ballenas y la defensa de bosques y especies en extinción. Detrás de esta elogiable plataforma permanece sin recusación el mismo capitalismo de siempre, remozado y contrito. El nihilismo radical no nos conduce a ningún lugar deseable, menos el culto anarquismo. Si observamos el panorama nacional, los partidos criollos, continuadores de las tradiciones invasoras y virreinales de amparo y defensa de castas y diseños excluyentes, corruptos y depredadores para los intereses de nuestra patria, después de doscientos años de conducción de nuestra sociedad, nada novedosos ni renovador pueden aportar. Está probada su esterilidad como constructores de la nación que requerimos, integrada y con un destino compartido por las mayorías. ¿Y quedan aún los salvadores personales de la patria? Sí, por supuesto, nunca están ausentes, en todos los espectros del escenario ideológico y político. Nunca dejan de haber redentores sociales, son recurrentes en nuestra historia. Se consideran predestinados para hacer y deshacer, ellos solos, criterios políticos organizados y orgánicos. Instalan dificultades en el trabajo de construcción colectivo y retrasan el esfuerzo comunal y compartido. Ponen escollos en la marcha, qué duda cabe, pero no impiden el desarrollo liberador en que están empeñados fuerzas que reciben el mandato popular.
Sociedad de consumo
¿De qué tipo de consumo se trata, solo de bienes materiales? No, consumimos salud, educación, entretenimiento, deportes, arte, etc. Siempre hay un agente o punto de expendio que nos vende salud en sustitución de un sistema de salubridad integrado a todas nuestras actividades y con un eficiente servicio especializado en el tramo final de la actividad; pagamos por diversión y recreación, consumimos deporte, no lo ejecutamos, y lo hacemos admirando a la distancia el éxito económico y piruetas de inaccesibles sujetos que nos muestra la ineptitud del sistema para facilitar escenarios y capacidad para hacer deporte por si mismos. Hay alguien que escribe fantasías literarias para nosotros que somos incapaces de elaborar ideas y escribirlas porque los programas educativos, y los propios docentes, no están orientados a potenciar las condiciones creativas en los alumnos y sí para difundir el paporreteo memorístico y leer uno que otro texto de autores consagrados. En los centros de consumo material nos reconocemos consumidores natos, aquí descubrimos con facilidad nuestra condición de compradores inacabables. En estos universales shoppings center es más sencillo percibir el compulsivo afán de comprar, mercar, lucrar, conseguir, lograr, obtener, alcanzar, agenciarse, procurarse, adueñarse, apropiarse, apoderarse, coger, atrapar, cazar, pescar; la añeja doctrina que concibe al humano como centro del universo, señor de la «creación» con autoridad, por lo tanto, para actuar bajo su libre albedrio y disponer a su antojo de todo y de todos. El ser occidental y cristiano, ahora neoliberal, fue antes saqueador de sociedades «incivilizadas», también pirómano de ideas laicas o contestarias. No hace más que recoger y poner en practica lo aprendido desde los albores civilizatorios. La labor restante la ejecutó la comunión de las ideas científicas con las religiosas, de considerar que toda transgresión a un orden moral y ético es superable con arrepentimiento o compra de perdón.
La manzana que le entregan a Adán es, al final de cuentas, otorgarle contexto salvífico a la idea de que es posible consumir los frutos de la tierra sin cultivarlos, solo tomándolos. En estos intersticios filosóficos e ideológicos yacen los fundamentos de esta forma de vida, hoy en franca decadencia. Después, el capitalismo hace del trabajo una mercancía y la transforma en bien transable y promueve que la plusvalía permita al capitalista expandir el capital y el comercio a los confines del mundo. El propósito de tal «racionalidad» está encaminada a extraer hierro, carbón, petróleo y oro y diamantes, que permitan el ensanchamiento, agrandamiento, dilatación, difusión, crecimiento, desarrollo, propagación, dispersión, de la teoría desarrollista del crecimiento económico ilimitado, cuyo norte inamovible es la creación del confort y la riqueza de los menos.
El caudal de esta opulencia nunca se ha orientado al mejoramiento de las condiciones de vida de la humanidad en su conjunto e incluya a quienes no hallan lugar en la espiral de explotación ilimitada de la naturaleza y de la explotación de otros humanos. A los más les llega las excrecencias de la bonanza privada y de esta fiesta de extracción-producción-comercio-apropiación de trabajo-destrucción de la Tierra. El engaño feroz que posee esta doctrina, de milenario y cambiante rostro, es afirmar que cualquiera que se proponga puede oficiar de acopiador de plusvalía, que no hay barreras para el emprendimiento y que la pobreza es responsabilidad personal y que la naturaleza es un ser inerte que soporta sin límites su «explotación». Así resulta que llegamos a considerarla Recurso Natural y a nosotros Recursos Humanos. Detalle menor, pero expresivo: ha llegado a tal extremo esta deformación de la realidad que a la sabiduría y experiencia del pueblo se le llama ahora industrias culturales. Es al final, la infinita naturaleza asumida y ofrecida por sus propietarios como botín de guerra y a los humanos como productores y consumidores. Sí, humanos que consumimos seres vivos en mercados que han desarrollado cargas mortales de Coronavirus en sus entrañas, producto de la perturbación extrema del equilibrio de todos los seres vivos, incluida la Naturaleza.
Esta visión del Ser como un sujeto autorizado a erigirse como amo de otros seres y autorizado a observar a la Tierra como una entidad inerte y manipulable se halla en el centro de la constitución de la civilización occidental y judeo cristiana que ahora se observa en cuarentena mundial y en decadencia visible.
Las urgencias y realidades planteadas por la pandemia hace necesario profundizar en la crítica y recusación a un orden social injusto estructurado en torno a preceptos que han demostrado su incompetencia a la hora de dotarnos de formas de convivencia que estén a la altura de nuestra condición humana. No es posible continuar sosteniendo esta Formación Económica carcomida desde sus entrañas. Felizmente la propia realidad, antes que doctrinas y nuevas visiones, la han dañado a tal extremo que vivimos la liquidación de los fundamentos organizacionales, sociales, económicos y políticos de una civilización que ha reinado por milenios bajo distintos rostros: griegos, romanos, bizantinos, holandeses, españoles, británicos y norteamericanos. Lo podemos observar, está en medio de la etapa final de su prolongada existencia. Pero, cuidado, no está en agonía aún, le restan bríos y poderío.
Las inequidades del capitalismo
Desecha la ortodoxa planificación centralizada socialista, desmontado el capitalismo de Estado en la casi totalidad de países socialistas, se hace ostensible el dominio del pensamiento neoliberal y se instala en las mentes el criterio de la eficacia de las economías privadas. Se reduce el Estado a su mínima expresión y se derriban las fronteras arancelarias. Es la hora y el reino de la globalización. Se impone un solo mensaje ideológico: el progreso no tiene límites y el esfuerzo personal es la única garantía de desarrollo. Del interés individual se extrae el bienestar social. En todas las latitudes se hacen uso de bienes del más diverso origen y se impone el de menor costo. Las empresas fabrican elementos de un producto en Singapur y se terminan y empacan en la India; la disminución notable de los aranceles y los costes diferenciados del pago a la fuerza del trabajo facilitan el comercio internacional. Se acortan y se privatizan todos los servicios sociales: salud y educación, básicamente, y los habitantes del globo nos convertimos en francos consumidores. El coste de desarticular el tejido social, junto a la uniformización de hábitos y costumbres occidentales, golpean con dureza a sociedades que tienen en su base culturas milenarias: medio oriente, y sud américa, que han defendido por siglos la conservación de hábitos ancestrales en la configuración de sus sociedades. Se articulan entonces movimientos radicales orientados a proteger sus tradiciones y cultura. Las sociedades se fragmentan, pequeños círculos se vinculan por intereses económicos y étnicos, creando la ilusión de integración cuando estas pequeñas fracciones se encuentran en los centros comerciales cada vez más grandes. Junto a este escenario social emerge la destrucción, no ya depredación ni maltrato, del medio ambiente, que elimina los naturales espacios de separación entre vida animal y silvestre con la humana. Desarrollismo pleno, destrucción de la naturaleza, miseria y hambre para amplios sectores humanos y concentración de la riqueza en pocas manos de un modo impresionante. El que puede puede, y el que no, que mire de afuera.
Las cifras son elocuentes para mostrar el mundo en el que vivimos y que muchos prefieren ignorar. Veamos: alrededor del 80% del dinero que se crea va al 1% más rico de la población global. Ocho individuos poseen tanta riqueza como la mitad más pobre del planeta. De acuerdo a estimaciones recientes, el 10% de la población mundial, alrededor de 700 millones de personas, viven con menos de USD 1,90 al día. ¿Puede argumentarse que esta realidad es natural, racional? Es insostenible afirmar que no es posible modificar esta realidad como si se tratará de realidades de origen divino cuando es obra de humanos.
Si observamos algunos índices de niveles de vida en el Perú tendremos que la pobreza nacional afecta al 23% de la población que equivale a siete millones de personas, aproximadamente. Alrededor del 22.7% de la población, poco más de 7 millones de habitantes, consume agua no potable. El 20% de los hogares del área rural no cuentan con energía eléctrica por red pública en el último trimestre de 2017. Los indicadores sanitarios muestran que el 14.4% de niños menores de 5 años soportan desnutrición crónica y el 43.5% de menores de 36 meses.
En datos para Sud América la brecha entre los más ricos y lo que menos tienen ribetes ficcionales: el 10% más pobre tiene niveles tan bajos de ingresos que alcanza a un escaso 1.3% del total regional, aproximadamente. Entre tanto, el 10% con ingresos más altos se queda con el 37% del total. Los datos se tornan aún más extremos cuando se revisa la riqueza y el patrimonio. En 2014, el 10% más rico de la región acumulaba el 71% de la riqueza y del patrimonio. La concentración era tan radical que en ese mismo año, el 70% de la población más pobre apenas logró acumular el 10% de la riqueza. Y esta tendencia no se reduce.
Del año 2002 al 2015, la fortuna de los millonarios de América Latina y el Caribe se incrementó al ritmo de un 21% promedio anual, un crecimiento seis veces superior al del PIB de la región completa -que fue de un 3.5% anual- y un 6% más alto que el crecimiento de la riqueza del resto del mundo. Es decir: una gran parte del crecimiento económico está siendo capturado por los más ricos, lo que ahonda dramáticamente las brechas de desigualdad.
Según datos de la CEPAL, la evasión de impuestos sobre la renta personal, corporativa y del IVA le cuesta a América Latina y el Caribe más de 320.000 millones de dólares al año, es decir, 6,3% del PIB. Esto significa que los países latinoamericanos pierden más del 50% de sus ingresos por impuestos sobre la renta a individuos. Muchos de estos recursos van a paraísos fiscales, escondiendo grandes cantidades de capital que deberían invertirse en mejorar la calidad de vida de la ciudadanía.
Pero hay más. Los multimillonarios latinocaribeños -personas con un patrimonio neto superior a 30 millones de dólares o más- suman 14,805 personas. Su riqueza es equivalente al dinero necesario para eliminar la pobreza monetaria extrema de Brasil, Colombia, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua y Perú. En Bolivia la riqueza de las 245 personas multimillonarias es equivalente a 21 veces el gasto público en salud del país.
Los daños a la Tierra
La Tierra, hogar de todos, está en peligro. El propósito no es la defensa de causas de grupo o de países o naciones, estamos tratando de la supervivencia de la totalidad de los seres vivos, de todos, sin excepción. Esto ha convertido su defensa en una causa planetaria de preservación y continuidad de la vida que excede cualquier interés particular.
Los daños que le ocasiona a la Tierra, la forma de organización social y de su sistema productivo, es intolerable. En los últimos cinco siglos esta visión es responsabilidad del modo de producción capitalista, última expresión económica de la civilización occidental. De esta responsabilidad no se libran regímenes denominados socialistas. China y EEUU son los países que más toneladas de dióxido de carbono producen.
Observemos algunos datos puntuales de esta destrucción ecológica.
La temperatura global ha aumentado en 1° C entre 1880 y 2015, con las lógicas consecuencias de extinción de especies por todos los confines de la Tierra. El cambio climático genera fenómenos meteorológicos extremos como huracanes y fuertes lluvias. En la ultima década, los desastres naturales causados por el clima dejaron aproximadamente 600 mil muertos. El 95% d ellos en países pobres junto a pérdidas de 520 mil millones de dólares.
El 40% de la población mundial ya tiene problemas de agua. Los cambios en los niveles de precipitación ponen en riesgo su disponibilidad en el mundo. . En los últimos 100 años el nivel del mar ha subido el doble de lo previsto, incrementándose en 10 a 20 cm. En el Ártico desde 1979 hasta 2014 el área cubierta por hielo se ha reducido en un 40%. Es así que un tercio de las especies marinas están en riesgo de desaparecer. La acidificación de los océanos disminuye el nivel de Ph del agua . Desde antes de la revolución industrial hasta los registros tomados en 2012 su valor pasó de 8.179 a 8.104. La causa son los gases invernadero puesto que el océano absorbe un 25 % de dióxido de carbono. Su disolución en el agua causa su acidificación.
La desnutrición es el mayor impacto del cambio climático. Cada grado centígrado que aumente la temperatura se producirá una baja del 6% en el rendimiento de los cultivos de trigo del mundo y un 10% en los cultivos de arroz. Se considere que para el 2030 unos 7. 5 millones de niños presentarán problemas de crecimiento y 4 millones de ellos tendrán un retraso grave.
Se estima que un 20% de las emisiones de gases invernadero a nivel mundial provienen de la pérdida de bosques. El ritmo de deforestación avanza a un ritmo de 13 millones de hectáreas cada año, disminuyendo su capacidad de almacenar toneladas de dióxido de carbono.
Un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza revela que si la temperatura de la tierra aumentara en 4.5 grados Celsius con respecto a la era preindstrial que provocará que un 48% de las especies animales podrían desaparecer.
Pensamiento alternativo, pensamiento comunitario
Frente a esta debacle civilizatoria de Occidente, ¿qué concepciones alternativas tenemos en el espacio nacional y mundial?
Es verificable sin dificultades que hay ausencia de desarrollo teórico que sustente un proyecto de vida comunal, que potencie las asociaciones de humanos por encima del Ser individual. Gran influencia ha tenido la derrota sufrida por las doctrinas socialistas y el desprestigio de los socialismos reales y sociedades que se fundaron bajo sus preceptos teóricos. En el Perú, en particular, no puede ignorarse el efecto de la violencia vesánica de las hordas senderistas. La derrota ha sido teórica y, en muchas ocasiones, también militar.
En medio de estas dificultades, nosotros los andinos poseemos una alternativa. Entre los peruanos, ecuatorianos y bolivianos, habita vivo el pensamiento ancestral. No es idea exótica en este espacio. Lo es para extraños a nuestros territorios y tradiciones, no para los herederos de una cultura que ha construido el tejido social de estos países. A diferencia de otras civilizaciones aquí se hizo realidad la premisa que el hombre desarrolla su naturaleza verdadera en la sociedad y su fuerza se mide por la fuerza de la sociedad. La alianza forjada con nuestra naturaleza no es equiparable en logros sociales y materiales a ninguna otra civilización. Aquí el humano construyó sociedad sobre un territorio feraz que condicionaba sus frutos a un pacto de convivencia de respeto y asociación; el compromiso emanaba del mandato de la naturaleza de organizarse en relaciones colectivas e integrales y de natural consenso y aceptación de todos sus miembros. ¿Fue un paraíso terrenal?, no, de ninguna manera lo fue, pero las diferencias no comprometían la existencia de cientos de lenguas y particulares tradiciones que aún ahora se pueden apreciar. Constituyó una feliz conjunción de tiempo y espacio. El balance esta allí, a la vista de nuestros ojos, como fruto construido a través de miles de años de ensayos y errores. Sería hasta necio no aceptar que en esa experiencia milenaria se edificó una realidad que debemos aprovecharla y utilizarla.
¿Se trata de imitar, copiar, establecer coercitivos paraísos imaginarios vivos sólo en las páginas de textos quiméricos o dogmáticos? No, de ningún modo. Se trata de un cuerpo de pensamiento que se va construyendo con el concurso de muchos y que se aleja del dogmatismo y el infantilismo. Se trata de una nueva narración acerca de nosotros, de nuestro pasado y futuro, que seguirá difundiéndose con premura a lo largo y ancho del territorio andino.
Puntualicemos. ¿Cuáles son, en esta coyuntura de desorientación, desesperanza, los planteamientos que son necesarios profundizar en esta lucha contra una forma de concebir la sociedad que se hace imprescindible detener y desterrar como paradigmas de vida?
Primero, reconocer que la pandemia que nos agobia es un brutal respuesta de la naturaleza a su impune e incontrolada manipulación y explotación.
Segundo, reconocer que esta forma de explotar la naturaleza está íntimamente asociada a una forma de organización social, económica y política centrada en el ser humano y en sus apetencias individuales sin límites.
Tercero, reconocer que las formas de vida, instauradas por la civilización occidental y judeo cristiana, individuales y autárquicas, no son capaces de garantizar con eficacia la supervivencia de la especie humana, cuando se trata de enfrentar colectivamente las amenazas que asedian las sociedades.
Cuarto, que una de las reservas más importantes de ideas, y de formas humanas de organizar la sociedad, se encuentra en el pensamiento ancestral, que hace de la naturaleza un ente con vida y propietario de intereses y derechos que deben ser reconocidos y respetados.
Quinto, que no hay manera de edificar una hogar para todos sino construimos un pensamiento renovado que, asentado en la milenaria sabiduría ancestral, construya nuevos paradigmas asociativos en donde la vida comunal sea el eje a partir del cual se organice la sociedad.
Sexto, no es posible ignorar que somos parte de un todo integrado en que cada partícula de materia es parte de una totalidad orgánica con diversas manifestaciones de vida. Desconocer su funcionamiento, no nos otorga el derecho de ignorarlo.
Séptimo, las formas asociativas de organización social tienen que derivarse de esta realidad. La naturaleza, que es vida asociada, nos obliga también a asociarnos en comunidad y vincularnos con otras formas superiores de vida.
Octavo, quien denomina socialista a esta estructura societal está profundamente equivocado. El socialismo equivale a producción asociada que convive junto a privada vida social. Se concibe la fabrica como el foco de socialización, desligada de la sociedad comunal. Se trata de multiplicar humanidad con plena vida comunal no solo en la usina sino en todo espacio y tiempo humano. No se postula una sociedad de beneficencia y de ayuda mutua. Se trata también de usar lo actuado por la humanidad y virar la conducción política y social sin desaprovechar ninguno de los avances logrados hasta aquí por otras sociedades.
Noveno, no se trata de conseguir objetivos en base a voluntades personales y de la acción de desorganizados seres, se trata de una tarea política y de usar todos los resortes que este compromiso demanda. Organización política, filosofía, ideología, programa, estrategia y tácticas.
Décimo, se trata de construir poder y no de tomarlo; se trata de crear teoría y práctica nuevas. Se trata de concebir un instrumento político capaz de conducir estas luchas sociales, económicas y políticas.
Onceavo, la oposición a estas ideas no solo parten de quienes detentan el poder y controlan la imaginación sino también de seudos redentores que no faltan en toda época y que ofrecen transformaciones sin partido político y que actúan a sola firma. Algunos lucen charreteras, otros saco y corbata, pero siempre comparten un verbo desbordado, populista, altivo y engañoso, al punto de ofrecer cambios idílicos e instantáneos que luego se desmoronan como un castillo de naipes cuando se agotan sus cuatro sencillas ideas políticas y organizativas.
Doceavo, decimos no a la anarquía del mercado globalizado e instalamos en su lugar el desarrollo local con rendimientos de pequeña y mediana escala. Orientarnos a satisfacer la demanda local, antes que la exterior.
Treceavo, fortalecer el Estado para construir autosuficiencia alimentaria y dotar de servicios óptimos en salud y educación. Se trata de edificar un Estado nacional, pluricultural y pluriétnico, que resulte la fuerza mas poderosa para orientar acciones económicas a gran escala.
Catorceavo, nuevo ordenamiento regional y urbano. Como paso primero instalar la capital de la republica en el interior del territorio, en su centro geografico y andino. Planificar las ciudades, en su concepción y desarrollo, respetando una relación armónica con la naturaleza. Todo este conjunto de propósitos se vinculan a un nuevo tratamiento a la naturaleza y al sistema de propiedad que la ha convertido en mercancía.
(1) El eurocentrismo de Mariátegui. Calco y copia. Ediciones Iipcial. Lima, 2019.
Feliciaciones Blog del Autor: http://www.gusfilosofar.blogspot.comEnlace: librosperuanos.com
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