En sucesivos artículos mostraré avances del libro «Filosofía del Yawar Mayu» de pronta publicación. El contenido fue también presentado en el encuentro «Inti Raymi 2022» desarrollado en Taray, Cusco, entre el 19 y 23 de abril. Serán provechosas las observaciones y comentarios que pueda suscitar entre los lectores.
La concepción e interpretación del espacio-tiempo es la característica más importante de la civilización andina; explica su singularidad. Su predominio articula la sociedad y configura su funcionamiento y tiene influencia determinante en los diseños organizativos; otros elementos del orden social están condicionados por esta categoría conceptual y son, en gran medida, el resultado del contexto que impone el espacio-tiempo nativo. Precisamos su importancia al observar la relación que se establece entre la idea de Dios y la concepción lineal del tiempo en Occidente: Una providencial deidad superior tiene diseñado el momento de la creación y señala un juicio final que aguarda a los creyentes al final de la línea temporal; todos los actos humanos están signados por este camino de recompensas de vida eterna, o sanciones o penitencias al final del rectilíneo recorrido. Los seres humanos están sujetos a un mandatario que tiene propósitos para cada uno.
El tiempo andino, circular-helicoidal, es idea autónoma, variable independiente que condiciona elementos que distinguen su filosofía, religiosidad, estructura productiva y pluralidad cultural. La dilatada espiritualidad que promueve nos lleva a denominarlo tiempo sacro por cuanto fue un criterio fundante de toda la estructura social y económica. Nathan Wachtel, sin desarrollar la idea, se aproxima a esta apreciación cuando señala que el sistema económico del Imperio incaico tenía alcances religiosos y cosmológicos. Añade, en páginas siguientes, una reflexión que complementa la idea y menciona que la religión inca constituía el contexto en el cual encontraban su sentido todas las instituciones del Estado. [1]
El componente primordial de esta noción es su capacidad de albergar un formato que da cabida a los tres estados del tiempo; pasado, presente y futuro permutan posiciones sobre extensiones curvas que favorecen la movilidad y el intercambio de los tiempos entre sí. La dualidad espacio-tiempo no se disgrega, ambas constituyen la trama que condiciona la edificación del universo social andino y regula su desarrollo, de modo tal que los principios regentes de correspondencia, reciprocidad, complementariedad y relacionalidad, se hallan vinculados por una matriz distinta al tiempo lineal y al eterno retorno que concibe una geometría de reiteración y de completa circularidad.
Los tres estados del tiempo andino no comparten segmentos equivalentes y de igual preponderancia. El presente es dilatado, extenso, y permanece activo inclusive cuando se ha superado el pasado o se estime vivir el futuro; su espacio de intervención impregna los otros tiempos en un desarrollo ininterrumpido sin solución de continuidad. Se trata de un generoso y prolongado kay pacha, un aquí y hora que promueve un espacio dilatado que conjuga los tres tiempos sin aminorar la importancia de ninguno; mantienen su autonomía, pero apenas diferenciados del presente extenso. El pasado incuba inmediato presente que activa futuro mediato apresurado por el presente y pasado conjugados, fundando un proceso que otorga al pasado una decisoria función preceptora del futuro; el tiempo resultante, a su vez, afecta las ocurrencias pretéritas. Se trata efectivamente de una práctica circular-helicoide que no completa unitarias circunferencias que expresan invariables reincidencias del tiempo.
Interpretando esta realidad con la teoría de conjuntos advertimos que, el encuentro de los tres tiempos, genera un extenso conjunto universal emplazado en el presente que conforma un espacio de tres tiempos concurrentes. Los elementos externos a la dimensión de simultaneidad no disminuyen sus interacciones ni se hallan liberados de desarrollar otras uniones. La nutrida interacción temporal se ejecuta en el extenso espacio en un ordenamiento que permite a los tres tiempos organizarse de manera indistinta de acuerdo con los fundamentos creados por el espacio-tiempo conformado. Veamos que la convivencia con los muertos, el culto que provocan, es una forma de encontrarse con aquello que los fallecidos vivieron o crearon en vida y que trasciende indispensable en la integral dimensión del tiempo. Una aproximación al modo de expresar en la realidad esta forma de entender el tiempo extenso es el orden que se seguía en la clasificación de las edades de las personas que eran reunidas en grupos de cinco años de duración cada uno, expresión del tiempo presente extendido, distinto a la cuantificación anual del tiempo lineal.[2] Conservan similitud las 5 épocas asignadas a la generación del mundo [3]y los períodos para las edades de los indios que conservan un extenso tiempo presente. [4] Guaman Poma también asocia la cuantificación del tiempo y el período que dura la cocción de los alimentos, que muestra una vinculación entre espacio y tiempo. [5] Juan Santa Cruz ofrece una singular muestra de la unión del espacio-tiempo andino cuando explica y dibuja el modo en que Huayna Cápac, en las cercanías de Tomebamba, ingresaba a una ciudad caracoleando y desarrollando una línea circular que, por la singularidad del personaje y de la acción y lo impráctico del procedimiento, no puede ser una acción intrascendente desvinculada, estimamos, del propósito de recrear una interpretación del espacio-tiempo. [6]

Observamos opiniones que no descartan la coexistencia de visiones cíclicas y lineales del tiempo, como también maneras duales, cuaternarias o quinarias de organizarlo. [7]
Como resultado de esta concepción el futuro se halla nutrido de vinculaciones con el pasado y estable ocupación de porciones del presente. El devenir comunitario se inicia y vuelve a un origen que posibilita examinar acciones, ejecutar reconocimientos y sanciones; se trata de un punto de origen que congrega pasado presente y futuro. Es lugar central que promueve compaginar y ajustar actos en torno a un justo intercambio de dones, de comunitario proceder. Se trata de un tiempo reiterativo que se administra y gobierna de acuerdo con un orden aprendido. La cooperación que el tiempo andino promueve permite interactuar en tres escenarios distintos, simultáneamente; no se puede evadir las ocurrencias del pasado pues estas condicionan el presente y alteran el futuro. Los tres periodos del tiempo armonizan sus complejos enlaces potenciando el entendimiento comunitario de los actores sociales. Es diferente el efecto del tiempo lineal e irreversible, promotor de administraciones personales que aísla al ser de la comunidad y le adjunta tutorial y omnisciente divinidad que premia o perdona y lo desliga de sus responsabilidades con el pasado y privilegia el futuro. El tiempo circular genera responsabilidades que tienen consecuencias en los tres niveles del tiempo y lo inserta en acciones colectivas discrepantes con resoluciones individuales; se trata de un complejo viaje en el espacio-tiempo que provoca permanente contacto con seres y colectividades muy atentas a los quehaceres comunitarios y que observan y generan controles sociales difíciles de evadir.
El tiempo cíclico promueve la comunidad porque los compromisos de cada acto individual evolucionan en sociales de inmediato, si las acciones pasadas condicionan realidades presentes y futuras es por las acciones colectivas que el diseño del espacio-tiempo activa. El tiempo lineal individualiza las acciones cuando las ocurrencias del pasado se olvidan o se redimen sin participación colectiva; el pasado se desdeña y olvida, se posterga, no tiene lugar en el presente ni futuro, cada uno es espacio autónomo y cerrado. En el tiempo circular-helicoidal la responsabilidad individual se diluye en comunitaria y deviene en realidad ineludible para los tiempos venideros. La conjunción de ellos exige no olvidar el pasado que ejerce influencia como paradigma de superación del presente y futuro. Lo ejecutado en el presente se inserta en lo que viene para, de nuevo, proyectarse al pasado; el presente es escenario transitorio de la contienda de dualidades y paridades ocurridas resueltas en el aquí y ahora como extensión transitoria y nexo entre la triada de tiempos. Se busca el futuro, se camina a su encuentro con las responsabilidades que ha fijado el pasado; literalmente, retornando al encuentro de tiempos anteriores se inquiere sobre responsabilidades que rodean hechos ya acontecidos. Habitar los tres estados de manera coincidente se refleja en el idioma. Señala E. Manga que, el espacio-tiempo se presenta como un objeto deseado, construido a voluntad, en el presente, lo que hace esperar su venida con todos los elementos configurados previamente. A diferencia de occidente que enseña: “caminante, el camino se hace andando” y en el mundo andino sería “caminante, planifica tu camino”. [8]

El diseño circular-helicoidal del tiempo no es resultado de la casualidad, pero sus orígenes no es desconocido aún, lo que exige preguntar sobre la procedencia de la idea original. Es probable es que estemos ante un proceso prolongado que conjugó variables diversas: colectividad urgida de organizar trabajo comunitario para relacionarse con la exigente naturaleza; actuación de astrónomos y líderes políticos; hechos fortuitos devenidos en míticos; una serie de factores objetivamente inaprensibles y que conforman la personalidad hegemónica de un pueblo. Debemos de considerar también el uso y la influencia de plantas alucinógenas que orientaron la comprensión de una naturaleza viva y el entendimiento de la interrelación de tiempos. Lo cierto es que su configuración moldeó los fundamentos de la organización social andina y orientó su desarrollo.
Sin priorizar ni distinguir alguno de los vectores responsables de esta edificación cultural, ninguno debe haber evitado la influencia de la naturaleza. En una sociedad brotada de ella e influida por sus determinaciones, su mediación debió de haber desempeñado un factor decisivo para edificar la concepción circular del tiempo; la continua observación los acercó a sus procesos reiterativos y estacionales. La naturaleza no muestra modificaciones ni variaciones visibles en su recurrencia, cuerpos celestes y toda forma de vida no deja de acudir a su cita con el espacio y el tiempo, siempre puntuales, reincidentes; al estío le sucede la aridez, el trueno percibido siempre después del relámpago, ciclos invariables en la gestación de los seres, noche y día sucediéndose continuos, los astros y la Vía Láctea, muestran su deslumbrante presencia con metódica regularidad y los períodos vitales poseen parámetros de tiempo continuos y verificables.

Si la realidad natural es cíclica sus efectos sobre la tierra y habitantes son diferenciados. La recurrencia no genera efectos duplicados, los resultados contienen particularidades, conservan notorias diferencias y nunca se repiten; una causa no genera efectos similares; las variaciones se dan por la propia acción de la materia o por intervención humana. Se determina que las relaciones con la naturaleza establecen ejercicios de complementariedad y reciprocidad.
Ciclicidad de la naturaleza y de la vida constituyen un par que modifica la perfecta circularidad del tiempo; el eterno retorno no se acomoda a las manifestaciones naturales. La intervención humana sobre la circularidad de la naturaleza abre vías para modificar la perfecta redondez de la órbita del tiempo; se diseña entonces, se concibe, la circularidad espiralada. El tiempo circular es entonces modificado por los pensadores e interpretado por la geometría. El ajuste de la realidad modifica los efectos de la repetición rigurosa del funcionamiento de la naturaleza y lo usa para variar sus efectos sobre la materia y biología; la gama de transformaciones verifica que los hechos sociales no imitan actos primordiales, hay espacio para la originalidad en cualquier espacio de la vida. La naturaleza y las acciones humanas encuentran continuidades que generan renovados inicios. En lenguaje contemporáneo decimos que las coordenadas cartesianas que dibujan el circulo son reemplazadas por coordenadas polares que diseñan la espiral.
La figura geométrica creada carece de limitantes para recorrerla en sentidos opuestos, no hay barreras para desplazamientos reversibles, se puede actuar en el pasado, presente y futuro y generar enlaces que los vinculen sin paréntesis. Si tomamos el efecto de desórdenes naturales, inundaciones y desbordes de ríos, con resultados que no se pueden remediar de inmediato por tornarse presente continuo por varios años, sus consecuencias nos remiten de manera permanente al suceso original para evaluar sus efectos; nos enfrentamos a un futuro condicionado por sucesos del pasado que no pierden vigencia por tiempos prolongados. Lo ocurrido nos busca como pasado vivo: los errores y aciertos de épocas pasadas determinan los que somos en el presente y condicionan el porvenir; los actos de los abuelos, se entrecruzan con la vida y los actos de los nietos, definen sus vidas y destinos. No hay pasado ni futuro, diferenciados, todo se integra en un presente que tiene sus orígenes en un tiempo pretérito siempre activo y un futuro que nunca es nuevo e inédito sino el resultado de actos y sucesos anteriores.

El modo de explicarse el tiempo fue determinante para estructurar las sociedades andinas, formular linderos mentales, edificar filosofía, crear su principios rectores. Lograron superar los condicionamientos de la naturaleza y controlaron sus efectos; la circularidad del tiempo les dio la oportunidad de reencauzar acontecimientos y modificar resultados, rehacer existencias y conjugar decisiones con la reiteración de los hechos naturales y actuando en cooperación y reciprocidad, complementariedad, correspondencia y situando todos sus actos en un proceso de extendida relacionalidad. Desplazarse en el tiempo es buscar y propiciar el Tinkuy entre lo inexorable y posible, conjugando complementos naturales y generando una espiral de desarrollos que crean y procrean comunidad sin por ello cercenar espacios para la acción individual que es el agente de acuerdos y pactos interculturales; es conductor, guía en todos los estamentos colectivos. El tiempo circular permite generar y trocar resultados inconvenientes y producir permanentes Cutis de diversas magnitudes que modifican la realidad, la invierten. Se trata de la continua separación y concordancia de contrarios.
Civilización de alegorías y símbolos, también de mitos y magia, crearon la serpiente de doble testuz como el símbolo más adecuado para el tiempo. Dos Nairas complementarias para desplazarse adelante y hacia atrás sin tropiezos.
[1]Nathan Wachtel. Sociedad e ideología. Ensayos de historia y antropología andina. Instituto de Estudios Peruanos. IEP. Lima, 2017. Págs. 98 y 160.
[2]Nathan Wachtel. Sociedad e ideología. Ensayos de historia y antropología andina. Instituto de Estudios Peruanos. IEP. Lima, 2017. Pág. 61.
[3]Felipe Huaman Poma de Ayala. Nueva crónica y buen gobierno. Tomo II. Biblioteca del Perú. Colección Bicentenario. Lima, 2015. Págs. 15 y siguientes.
[4]Felipe Huaman Poma de Ayala.Nueva Crónica y buen gobierno. Tomo II.Biblioteca del Perú. Colección Bicentenario. Lima, 2015. Págs. 73 y siguientes.
[5] Felipe Huaman Poma de Ayala. Nueva crónica y buen gobierno. Tomo II. Biblioteca del Perú. Colección Bicentenario. Lima, 2015. Pág. 828.
[6]Juan de Santa Cruz Pachacuti. Relación de Antigüedades de este Reino del Perú. Fondo de Cultura Económica. Lima, 1995. Pág. 99.
[7]Juan M.Ossio A. En busca del tiempo perdido. La idea de la Historia en Felipe Guaman Poma de Ayala. Universidad Católica del Perú. Colección Estudios Andino 5. Lima, 2008. Pág. 256 y 246.
[8]Ñawpa y ñawpa-n: delimitadores de pacha (Espacio-tiempo andino). Ñawpa un término situado, a la vez, “atrás” y “adelante”. Academia, 2014. Pág. 18.